21/4/15

Entrevista al actor David Amor.


"Llevo quince años haciendo monólogos y me gusta que me vean como un tipo simpático" 

Actor, humorista, presentador de televisión, balonmanista y modelo. Todo ello forma parte del currículo de este simpático lerense al que podemos ver por partida doble ahora en televisión. David Amor, que es tan encantador como su apellido artístico, es el protagonista de una simpática entrevista en la que nos  habla de sus actuales y próximos proyectos. 


Tras más de ocho años trabajando en la televisión autonómica de Galicia, David Amor probó suerte, y la tuvo, cuando se presentó al casting para participar en “El Club del chiste”. El humor más cotidiano, el de las sobremesas familiares o el de las tardes con amigos, tuvo una importante relevancia durante los tres años que duró en antena este programa, una fuente de más de 2000 chistes que pasaron por el escenario de este club capitaneado por Anabel Alonso, en el que David estuvo acompañado en su debut nacional por Leo Harlem, Diego Arjona y Martina Klein.   

Actualmente es un rostro que se puede ver por partida doble en televisión. Enfundado en licra, marcando territorios, o sin ropa y a lo loco, forma parte del reparto de la descacharrante sitcom “Gym Tony” (Cuatro), una ficción en la que interpreta a Tito, un entrenador personal tan achuchable como sonado, con el que reír a su costa. Por otro lado, en la nueva comedia protagonizada por Antonio Resines, en “Aquí paz y después gloria” (Telecinco), da vida a Fermín, un ladronzuelo no muy lúcido integrante de la banda ‘Los Gambas’. 

David y el humor, pero también David y el deporte. Quien antes de embarcarse en este mundo fuera deportista profesional, en concreto, jugador de balonmano, disciplina que aparcó y retomó después, como nos comentó durante la entrevista, también es una actividad en la que este enorme tiarrón se muestra involucrado y de la que hace testigo a sus seguidores en sus redes sociales. Cambia el balón por la bicicleta, el vehículo con el que el gallego hace frente a nuevos retos que afronta con gran entrega e ilusión. 

David Amor es AMOR

Quizás su apego a Galicia, su decisión de vivir en su tierra, aún teniendo que trabajar en Madrid, sea un claro síntoma de que su apellido artístico es muy fiel al espíritu que le describe. David, que gana mucho más en las distancias cortas, hace de su naturalidad, de su simpatía nata y de su elocuente habla – cuyo acento es un plus de adoracidad -, un tridente destacable, tan enorme como sus manos – sí, son muy grandes - que nos hizo disfrutar de una cita fantástica con una banda sonora rebosante de carcajadas.    

David, del balonmano, del mundo del deporte, al mundo del espectáculo… ¿cómo?, ¿cuándo? y ¿por qué? 
Mis padres también se lo preguntan (risas) La verdad es que es muy raro porque nunca hubo un momento de pequeño en el que dijera: “Mamá, quiero ser artista”, ni nada así. Siempre me ha gustado el humor, pero para verlo, leerlo o disfrutarlo, pero nunca me había planteado hacer nada. 

De repente empecé a probar cuando estudiaba INEF. Tenía de compañero de clase a María Castro, y ella estaba en una agencia de modelos. Un día le pregunté como iba todo eso y me animó a ir con ella a probar a la agencia. Allí tenían mucho contacto con la televisión autonómica de Galicia y me empezó a picar la curiosidad… la verdad es que siempre he sido muy curioso, y cuando vi un casting que ponía ‘El rey de la comedia’ llamé para preguntar sobre que iba y me dijeron que era “un Operación Triunfo del humor, pero durmiendo en casa”. Así que dije que sí. Era un concurso de humor en el que hacías un poco de todo. Lo llevaba una productora muy potente en Galicia a la que le gustó como trabajaba. 

A partir de entonces fue cuando me dije que me quería dedicar por ahí y me empecé a preparar. De primeras fue probar, fue todo de manera un poco inconsciente. Nunca me lo había planteado, pero no me disgustaba. Y el balonmano por ahí va, puleando. (risas)

Estuviste muchos años trabajando en la televisión de Galicia, pero la popularidad absoluta te lo dio tu salto al “El club del chiste” de Antena 3. ¿Cómo llevaste el estar en muchas casas más a través de este programa?
Tuve la suerte de que quizás, al haber empezado con veinte años, había vivido la fama allí y me hizo saber un poco como iba la cosa. Cuando llegué a Madrid llevaba trabajando allí ocho o diez años en los que tuve subidas y bajadas, así que un poco ya sabía cómo era. Por ello, creo que a mayor escala fue vivir lo mismo, por lo que hice disfrutando más, con otra madurez y sabiendo lo que era. Me lo pasé genial. Una gran experiencia hasta el momento.

Y el contar tantos chistes, tanta borrachera de chistes, ¿no te dejó un poco saturado?
(Risas) Aparte, y que iba por la calle y la gente me pedía que les contará uno (risas) Y yo, “- Mira, tú, ¿de qué trabajas? – De carpintero. – Pues hazme una mesilla de noche.” (ríe) Lo llevé bien, además porque tenía también la trama pequeñita que ocurría en el backstage y me apeteció mucho porque hasta el momento había sido guionista, colaborador y había dirigido sketches. Sabía que me gustaba esto, pero nunca había tenido el objetivo de hacerlo en la tele. Y allí fue donde me di cuenta de que me gustaba la ficción y quería trabajarlo, prepararlo de forma más específica a lo que hacía. Y con los chistes, pues al final iban cayendo, era una mecánica. 

He tenido la suerte que en todos mis trabajos he tenido gente muy potente al lado. Al final me lo pasaba muy bien y lo disfrutaba. Yo siempre he dicho que lo mío no era contar chistes, yo creo que no se me da bien. De hecho, siempre los contaba muy limpios, no los adornaba como Leo o como Diego, que tenían mucha gracia. Yo contaba los chistes y si veía que a la gente les gustaba, pues genial.

Tú, que has trabajado en el mundo del deporte de manera profesional, a ver, cuéntanos, ¿cómo ves a Tito?
(Ríe) A mí me gusta decir que Tito tiene la inteligencia justa para pasar el día, y que el día no sea muy largo. (Risas) Es curioso, porque yo creo que Tito es más fanático de Tony que del deporte, él es adoración plena por Tony, ese macho alfa, ese referente, aunque no haga más que putearle a Tito le da igual. 

Con “Gym Tony” nos lo hacéis pasar muy bien, pero también percibimos como os lo pasáis muy bien vosotros, como podemos ver en las escenas falsas con las que cierra casa emisión…
¡Y las que faltan! (ríe)

¡Claro! ¿Qué anécdota destacarías de las muchas que seguro os han ocurrido grabando?
Uno de los grandes expertos de las tomas falsas es Carlos Chamarro. Tenemos suerte de que tenemos unos directores que entienden muy bien la comedia, entienden el ambiente que hay en general y que a pesar de ser una serie diaria, y que vamos raspando, hay margen para estos momentos. Me acuerdo de una escena que hacíamos una ensoñación en la que Tito se enrollaba con el personaje de Carlos y yo tenía que besarlo. Entonces en una de las tomas mordisqueé una servilleta que me metí en la boca y al besarle la deje caer en su boca (risas) La escena no valió, pero es eso, tenemos margen para jugar, nos hacemos bastantes bromas.

No sé si te sorprende, y os sorprende a todos, que muchos niños ven ‘Gym Tony’, se ríen con lo que pasa en este gimnasio tan particular, se lo saben todo, saben hasta reconoceros por vuestro nombre, ¿no te parece sorprendente? 
(Ríe) Sí, sí, yo también alucino. Yo digo, “¿pero dejáis que los niños vean ‘Gym Tony’?” (risas) Yo no sé si son los colores y los personajes tan extremos o que se emite a una hora en la que pueden que estén cenando con los padres, que mientras la vean con ellos no me preocupa, a parte se convierte en un público que va creciendo contigo y eso es genial. 

¿Qué diferencia hay a la hora de trabajar una serie como ‘Gym Tony’, con una mecánica de sketches, y una serie capitulada, secuenciada, como ‘Aquí paz y después gloria’?
Es otro ritmo. En ‘Gym Tony’ llevamos uno, a pesar de ser una serie diaria y con una muy buena calidad de factura, creo que ‘Aquí paz y después gloria’ es más a la marca, con su foquista y eso (ríe). Pasa una cosa muy curiosa, que la primera lleva un ritmo muy cerrado, un ritmo de comedia muy marcado, y en la otra, mi compañero Pepo, aún no siendo cómica toda la serie, nos da mucha libertad. Yo tuve la suerte de haber trabajado antes con él y ya nos dejaba jugar un poco. Tiene cierto relax porque no vas tan apretado con los tiempos, es todo con más calma. 

Ya hemos hablado de Tito, pero ¿cómo ves al otro? ¿cómo ves a Fermín, ese miembro de la banda de los gambas?
(Ríe) Fermín tampoco es que sea muy listo, la verdad. Como dice mi madre: “te han dado cada personaje, que hijo mío, lo de tonto lo clavas” (risas) Fermín es un tío muy echado para adelante, un pobre diablo que quiere pero que en el fondo no puede. Es un romántico empedernido que está sufriendo mucho por Melany, por la que no se ve correspondido como él quisiera, y yo creo que está buscando un poco su sitio en la vida. Está en ello es ese pueblo, a ver si lo hace o no.

Tanto su estreno como los capítulos que se han emitido hasta ahora han hecho que ‘Aquí paz y después gloria’ sea una ficción con cierto éxito, con una muy buena cifra de share. ¿Esperabais que funcionara tan bien? ¿Cómo os hace sentir estos buenos datos?
La verdad que con mucha alegría. Para mí fue un subidón poder hacerla, poder hacer de repente ficción, y encima por partida doble, y además trabajar aquí con Antonio Resines. Es que claro, es una persona que tú ves que está como muy arriba y da cosa trabajar con él. Luego compruebas que es un crack y te das cuenta del porqué este tío está ahí. Te puede gustar más o menos, pero currando es la caña. 

La suerte de tener a Pepo, que confiaba mucho en mí, y tener este éxito hace que lo vivamos con mucha alegría. Aunque si te digo la verdad, lo posterior tampoco me preocupa mucho, es algo que no depende de mí, algo que aprendí en ‘El club del chiste' porque de repente lo cambiaban de día o duraba menos tiempo y eso no dependía de mí. De mí depende el trabajo que haga, luego el público es soberano y si gusta, bienvenido sea, genial, y si no pues a tratar de mejorar. 

Quizás el éxito que ha tenido sirve para hacerla partícipe del visceral juego de contraprogramación con el que vuelven a marear a la audiencia las grandes cadenas. Atresmedia y Mediaset de nuevo están protagonizando una guerra que puede acabar con la paciencia de la audiencia. Tú, como parte integrante de uno de los contenidos que se suman a este enzarzamiento, ¿qué opinión te merece esta acción? Como espectador, ¿tomarías partida por un contenido u otro, elegirías, o les castigarías y apagarías la tele?
Yo creo que el espectador al final elige. Los que estamos dentro de esto a veces no damos mucha importancia a lo que realmente pasa después. Mira, me encanta ‘El show de Truman’ porque plantea que este programa es algo muy grande, muy espectacular, y al final de la película se ve como dos de los que están viéndolo, cuando acaba supuestamente es el mejor programa de la historia, le dice el uno al otro: “¿y ahora que echan?”. (ríe) 

El espectador en casa entiende las cosas y a veces el cambio de día es un riesgo, que le puede pasar eso que dice, que siga que ya no la sigue, o que le dé igual y esto no le afecte para verla o no. Creo que si enganchas, enganchas. La televisión son empresas que a final lo que buscan es rendimiento, y es verdad que la cultura y el empresariado debería de ir unido, y aunque nosotros estemos en medio y ahí no decidimos. A mí no me llama Vasile para preguntarme si me parece bien este cambio (ríe) Al final puede que el espectador se canse, pero siempre dicen que la tele va a cambiar aunque al final siempre sigue ahí. La manera de consumirla sí que es diferente, las redes han motivado eso y también que se vea en directo para comentarlo. Es un equilibro, ellos intentan valorar, pero al final la empresa busca rendimiento.

Siempre se dice que hacer reír es complicado, pero tu lo consigues. Antes decías que en ‘El club del chiste’ no adornabas los chistes, y aún así enganchabas a la gente, nos divertías. ¿Cuál dirías que es entonces el fuerte de tu vis cómica? 
(Sonríe) Tratas de agradar. Yo creo que hay un tempo en la comedia que yo he visto mucho desde pequeño. Sinceramente creo que dirijo mejor comedia de lo que lo hago. Cuando yo hago comedia hago como trampas, uso los mecanismos para provocar la risa, pero cuando he dirigido he disfrutado mucho haciéndolo con compañeros que yo admiro, que considero que son buenos cómicos, y sí que creo que sé cómo funciona, como significarlos. Creo que cada uno tiene su estilo. Yo en los monólogos sostengo la máxima de pasármelo muy bien, y si es así la gente creo que también lo hará. Si se nota que yo disfruto el espectador seguro que se contagia.

Alguna vez has comentado que te presentaste a un concurso de belleza y que te nombraron míster simpático, y que cuando participaste en ‘El club del chiste’ tenías que ser el simpático y te convertiste en el guapo. Ahora, confirmamos que aúnas ambos adjetivos, por lo que, ¿qué te hace sentir esto? 
(Risas) De hecho hubo un espectáculo que lo titulé ‘Fuera de sitio’. Siempre estaba fuera de lugar y preguntaba "¿os aclaráis ya?" (ríe) Por ejemplo, yo a Tito no le veía como un tío atractivo por esa parte de falta de luces, pero al final parece que sí triunfa. Además, en esta nueva temporada está un poco más modernete, más hipster, aunque yo creo que Tito no sabe lo que significa eso (risas) Creo que se piensa que es un hámster y está esperando que le traigan la cuerda para correr (risas) 

Yo encantado con la comedia. Siempre quieres hacer más proyectos, de mostrar otra faceta. Llevo quince años haciendo monólogos y me gusta que me vean como un tipo simpático (ríe).

Afirmo que David Amor es amor, pero ¿a que se debe este cariñoso nombre artístico?
(Ríe) Pues fue en un programa en el que empecé colaborando, que se llamaba ‘El supermartes’, un programa muy mítico que se emitía en Galicia. Yo siempre que salía que salía pues tonteaba de manera inocente con las invitadas, muy infantil pero muy cariñoso. Entonces el presentador pensó en ponerme un nombre artístico y me convertí en David Amor, el defensor del espectador. Se quedó lo de David Amor, empecé a usarlo y hasta hoy. Bueno, y también porque no quería que mi verdadero apellido me ayudara a triunfar en la tele, porque vengo de familia artística, ¿no lo sabes? Soy sobrino de José Luis López Vázquez y primo Jennifer Lopez (risas) 

Vale, esto último es mentira, pero sí que veía un punto diferenciar así mi vida y mi trabajo.

Seguimos las serie que hace David Amor, pero ¿qué series ve él?
Pues veo muchas cuando puedo. Estoy muy enganchado a la miniserie ‘Los nuestros’. Las mías también, aunque no siempre puedo verlas. Estoy muy enganchado a consumir internet, y algunas de las que sigo son “Brooklyn nine nine”, que descubrí al ver ‘Portland’. Yo es que tengo gustos muy raros (ríe) Por otro lado, también veo las típicas como ‘Juego de tronos’ o ‘The walking dead’. De mis favoritas era ‘Entourage’. También me gustan chorras como ‘De culo y cuesta abajo’. En fin, cosas raras (sonríe). 

Y para terminar, ¿qué futuros proyectos tienes por ahí?
Estamos con la segunda temporada de ‘Gym Tony’, que va muy bien y estamos muy contentos; luego esperando a ver que tal sigue y que pasa con ‘Aquí hay paz…’, en octubre estrenamos la obra de teatro ‘Amigos hasta la muerte’, escrita y dirigida por Javier Veiga, que en principio se hará en Galicia, pero luego ya veremos.

Y por otro lado, en lo personal también estoy en otros proyectos. Me metí en el mundo de la bici, y estoy muy loco con eso, se me ha ido la cabeza un poco (ríe) Tengo pendiente dos pruebas muy bonitas: una será en Pontevedra, que se llama ‘La cuatro picos’, y luego en mayo iré a Cantabria a participar en una prueba que pasa por dos parques naturales, una prueba muy mítica en la que participan más de 10.000 personas y en la que mi reto es intentar acabarla. Me apoya mucha gente, amigos como el atleta gallego Pedro Nimo y una marca de bicis española que se llama MSC, así que muy guay. 

¡Pues mucha suerte David!
¡Y que no me pierda! (risas)